El Zumbido Verde
La economía de verdad o la economía real: El metabolismo social
La materia y la energía no se crean ni se destruyen… aunque lo decrete el dios mercado
En medio de muchísima y densa teoría, acumulada por siglos de historia, nace una idea que parece surgir de un curso de sánscrito avanzado: el metabolismo social. Mucha gente pensará que la idea del metabolismo social se dedica a lidiar con los pedos de las vacas (¡me lo han dicho varias veces!), pero no, este concepto no tiene ninguna relación con el sistema digestivo de ningún ser vacuno, o de cualquier otro rumiante.
¿Qué significa la palabra metabolismo? En la biología tiene un significado específico, según Helena Curtis (Biología, séptima edición, 2008) el metabolismo viene del griego metabole, que significa cambio, y se refiere a “la suma de todas las transformaciones físicas y químicas que ocurren dentro de una célula o de un organismo”.
La definición que se encuentra en Wikipedia es muy similar: “El metabolismo es el conjunto de reacciones bioquímicas y procesos físico-químicos que ocurren en una célula y en el organismo. Estos complejos procesos interrelacionados son la base de la vida a escala molecular, y permiten las diversas actividades de las células: crecer, reproducirse, mantener sus estructuras, responder a estímulos, etc.”.
En las dos definiciones hay elementos e ideas que son importantes, y creo que se deben resaltar: el cambio, las transformaciones físicas y químicas, el organismo, las interrelaciones, el metabolismo como el fundamento de la vida, y como el sustento de los procesos vitales, como crecer, mantenerse, y reproducirse. Es fundamental añadir otro elemento, y es la homeostasis; esta palabrita tan rara se refiere a mantener estables las condiciones internas del sistema, por ejemplo, en el caso de las personas nuestra homeostasis se refiere, por ejemplo, a que nuestra temperatura corporal se mantenga entre 36 y 37 ºC, o que el pH de nuestra sangre se mantenga alrededor de 7,43.
¿Qué tiene que ver esto con las sociedades? ¿Cómo un concepto biológico, que viene de los procesos de las células y organismos, se aplica a las sociedades? Para explicarlo, no encuentro otra forma que irme por las ramas. Las ramas por las que intentaré saltar, sin tener ni remotamente la habilidad del más inútil de los monos, son las de las ciencias de la complejidad y las ciencias post-normales. Una visión clave, dentro de las ciencias de la complejidad, es la de sistema: Se puede entender a un Sistema como un conjunto de elementos que se interrelacionan, interactúan e intercambian, que funcionan como un todo y sus propiedades van más allá de la suma de las propiedades de sus partes. ¿Parece alquimia? Pues hay varias cosas que añadir:
- Cualquier fenómeno forma parte de un sistema, y potencialmente puede ser un sistema.
- Las ciencias de la complejidad se interesan en los problemas de relación, de estructuras y de interdependencia, más que en los atributos constantes de los objetos.
- Las propiedades propias o emergentes de un sistema no son deducibles de las de sus elementos por separado, y tampoco son el resultado de la suma de las propiedades de éstos.
Imaginemos que hemos podido ensamblar un cuerpo humano, con cada una de sus partes, tejidos y órganos; imaginemos, que además hemos conseguido unir cada uno de estos elementos a nivel celular, es decir, que esa especie de Frankestein que tenemos en una mesa, es exactamente igual a un cuerpo humano en cada uno de sus detalles. Ese cuerpo humano ¿es una persona? ¿Es una persona solamente la suma de sus partes orgánicas, o es mucho más que eso?
Es claro que las partes por si solas no hacen al todo, en este caso al que llamamos persona. El todo, el sistema, es resultado las complejas interacciones que hay entre sus elementos, y de éstos con otros todos. En las ciencias de la complejidad esto se conoce como Propiedades Emergentes de los Sistemas, un sistema es mucho más que la mera suma de sus elementos. En la vida real 1+1 puede ser 2, pero también 1 ó 3 o cualquier otro número. Una célula, o cualquier otro tipo de organismo, es un sistema.
Las cosas van incluso más allá, la ecología habla de ecosistemas. Cuando lo hace, se refiere a un todo, que es resultado de las híper complejas relaciones de todos y cada uno los seres vivos que forman una comunidad particular (por ejemplo un lago, un bosque o un páramo), relaciones que se dan entre ellos, pero también con su entorno no vivo. Un ecosistema es mucho más que una lista de especies.
La pregunta que surge es casi lógica: si cualquier organismo (lo que incluye a las células), es un sistema, y tiene un metabolismo, y también son sistemas los ecosistemas, y las sociedades humanas ¿se puede hablar de un metabolismo ecológico y de un metabolismo social?
Hay muchísima gente que piensa que si: gente que viene de la academia, de las ciencias, de diferentes instituciones internacionales y nacionales, de ONG’s, de los movimientos sociales, del activismo, en fin, de muchos sectores diferentes. Las ideas del metabolismo social y ecológico son muy interesantes, además poseen grandes y profundas implicaciones políticas.
Al aplicar la definición de metabolismo a las sociedades, es fundamental preguntarse ¿cuáles son los equivalentes a las reacciones bioquímicas y los procesos físico-químicos, que con sus complejos procesos interrelacionados, son la base de la vida (en este caso de la existencia de la sociedad)? La respuesta no es fácil, y es: DEPENDE.
Los complejos procesos interrelacionados varían con cada sociedad, así como dos células diferentes, aunque tengan procesos muy similares, no tienen el mismo metabolismo; sin embargo, sus reacciones fundamentales se dirigen a obtener energía para mantenerse, y también a procesar y transformar materiales para poder mantenerse, crecer y reproducirse. Lo mismo se aplica a las sociedades y a los ecosistemas.
En el caso de los seres humanos y sus sociedades, es indispensable hacer una distinción, se debe diferenciar entre el metabolismo propio de cada persona, o metabolismo ENDOSOMÁTICO (que se produce dentro del cuerpo),y el metabolismo de la sociedad como tal, o metabolismo EXOSOMÁTICO (que se da fuera del cuerpo). El metabolismo endosomático se satisface básicamente a través de los alimentos que comemos y del agua que bebemos. Todos los materiales y energía que necesitamos para existir están contenidos en ellos. Mientras que el metabolismo exosomático varía enormemente de sociedad en sociedad.
Si pensamos en la ciudad moderna, su metabolismo exosomático obtiene su energía fundamentalmente a través de dos transportadores de energía (energy carriers): la electricidad y los combustibles fósiles. La electricidad, generalmente se produce usando también combustibles fósiles como los diferentes derivados del petróleo, el gas o el carbón; sin embargo, también se produce usando energía nuclear (como es el caso de muchos países europeos y de los Estados Unidos), hidroelectricidad (como es el caso del Ecuador), y muchas otras fuentes consideradas limpias, como la energía solar o la del viento (eólica).
Por otro lado, los insumos materiales que necesita la ciudad para mantenerse y crecer, son también diversos: agua, minerales, metales, productos petroquímicos, entre muchos otros. No debemos perder de vista al agua, que es fundamental para la existencia y para los metabolismos ecológico y social (urbano y rural).
Toda esa energía, agua y materiales que son procesados a través del metabolismo social, no desaparecen, se transforman en nuevos productos, en calor, y en desechos (gases contaminantes, aguas contaminadas y sólidos contaminantes). La contaminación no aparece de la nada: son los desechos del metabolismo social.
Es así que Gandy (2004), define al metabolismo social como un “espacio interconectado por flujos, y dependiente de insumos externos de energía, materiales e información; como un sistema dinámico, circulatorio y homeostático”. Sin embargo, el mismo autor dice que esta visión orgánica es limitada, que no explica “la manera en que el espacio es históricamente producido, no incluye a los procesos dinámicos de lucha social y política, y tampoco asume la dialéctica de las relaciones entre cultura y naturaleza, que se constituyen mutuamente en el espacio urbano”. Como, en cambio, si lo hace la concepción de Swyngedouw (2006): El metabolismo social es un “proceso ecológico-histórico, es decir, el fundamento mismo de lo social, donde radica su posibilidad de perdurar”.
¿Por qué hablar del metabolismo social en un blog sobre ecología humana, que encima se llama ecofilosofadas? Porque el metabolismo social es la base física de la ecología humana, porque el metabolismo social nos demuestra que los sistemas ecológico y social no son cosas diferentes, porque el metabolismo social nos permite enlazar el conocimiento ancestral, reflejado en el Sumak Kawsay, con la ciencia en general, y las ciencias de la complejidad en particular. El metabolismo social es un concepto alucinante, va mucho más allá del mero entendimiento de sociedad en función de cuánta energía, cuánta agua y de cuántos materiales consume. Nos permite comprender también para qué se usan y cómo se usan. Tal vez ahí radiquen sus profundas implicaciones políticas, culturales, sociales, productivas y económicas.
Quien afirme que la riqueza puede crecer ilimitadamente es bien un loco o bien un economista
Kenneth Boulding
Si enlazamos los tres metabolismos, se podría decir que los productos del metabolismo ecológico son captados y usados por el metabolismo rural y por el metabolismo urbano; los productos del metabolismo rural son usados por el mismo metabolismo rural y por el metabolismo urbano, mientras que sus desechos afectan al metabolismo ecológico y rural. El metabolismo urbano, en cambio, toma los productos de los metabolismos ecológico y rural, y lo que produce se queda en el mismo metabolismo urbano, y una pequeña parte va al metabolismo rural; sus desechos, por otra parte, afectan a los tres metabolismos. Aunque soy muy malo haciendo gráficos, en este trato de mostrar cómo el metabolismo urbano se sostiene en el metabolismo ecológico y rural.
Ahora bien, si representamos el consumo de materiales, agua y energía con el mismo gráfico, la cosa cambia drásticamente.
En resumen, se podría decir que desde una lógica ecológica, como la que usan Giampietro, Mayumi, y Martinez-Alier (2000), y usando un jerga científica, las sociedades pueden ser entendidas como sistemas ecológicos, es decir, que son sistemas disipativos auto-organizados, y su estabilidad, y el mantenimiento de sus funciones e infraestructuras, depende de flujos de materiales y de energía de baja entropía. Sin embargo, como hace notar Whiteside (2002), al mismo tiempo liberan materiales y energía de alta entropía, invadiendo y apropiándose de otros territorios.
Más allá de toda esa jerga científica, hay dos hechos fundamentales: las sociedades humanas necesitan apropiarse de los territorios que satisfacen su metabolismo social, y al mismo tiempo se apropian de otros territorios al liberar sus desechos. He ahí la raíz de los conflictos socio-ambientales. La noción del metabolismo social desbarata tácitamente la idea del capitalismo de la desmaterialización de la economía, es físicamente imposible.
Es indispensable entender que el metabolismo social se produce en un planeta con una cantidad definida de materiales, y con una cantidad dada de energía, es decir, con unos límites físicos definidos. En términos de energía, existen fundamentalmente dos fuentes, el sol y la tierra. El petróleo no es nada más que energía solar almacenada químicamente gracias a la fotosíntesis; el viento se produce también gracias al sol; los ríos y su energía, son resultado de procesos geológicos, que a su vez son producidos por la energía interna de la tierra.
Entonces, cómo y para qué se usa lo que se extrae de la tierra y lo que se produce es muy importante, y también es fundamental cómo se distribuye. Cualquier discurso de justicia social debe estar dentro de este contexto. Llegados a este punto, es fundamental distinguir cómo y para qué se usan el agua, la energía y los materiales que tomamos de la tierra como sociedades, para satisfacer nuestro metabolismo. Para hacerlo intentaré tratar de aplicar al metabolismo, la distinción que hace Pedro Arrojo de los diferentes tipos de agua (agua vida, agua ciudadanía, agua economía y agua delito):
- Se podría hablar del metabolismo vida: y es lo más evidente es la satisfacción del metabolismo endosomático de las personas.
- El metabolismo ciudadanía: se referiría al metabolismo exosomático que sirve para garantizar los derechos humanos y colectivos. Sería el metabolismo que sostiene el hecho de ser ciudadanas y ciudadanos.
- El metabolismo economía: este sería el metabolismo exosomático que sirve para producir valor agregado a sus productos. Es fundamental tener claro, que el metabolismo economía debe ser satisfecho solamente después de haber garantizado el metabolismo vida y el metabolismo ciudadanía. El metabolismo economía no debe amenazar, inhibir o impedir a los otros dos metabolismos. En el sistema capitalista y globalizado actual, el metabolismo economía no se dirige a la satisfacción de los metabolismos vida y ciudadanía, sino a la obtención de valor agregado y a la acumulación de capital.
- El metabolismo delito: es el metabolismo exosomático que destruye, amenaza, inhibe o impide la existencia de los metabolismos vida y ciudadanía.
El agua de la naturaleza es captada, bombeada, purificada, regulada químicamente, entubada, transportada, comprada y vendida, utilizada en los hogares, por los seres vivos, en la agricultura, la industria, la generación eléctrica, transformada en ‘residual’ y devuelta a la naturaleza; todo esto determinado por complejos procesos políticos, económicos, sociales, culturales y ecológicos
María Kaïka y Erik Swyngendouw
Todo esto sueno muy complicado, ideal y tal vez a alguien le parezca hasta bonito. Pero al aterrizar estos conceptos al mundo real, lo que se ve es espeluznante. El hambre insaciable del dios mercado ha hecho que el metabolismo economía sea el principal. Diversos estudios muestran que la gran y creciente demanda actual de agua, materiales y energía, no se da para satisfacer las necesidades de la gente, y mucho menos para garantizar nuestros derechos humanos y colectivos, como nos pretenden hacer creer. El consumo creciente de agua, materiales y energía se da para satisfacer al metabolismo economía. Sin embargo, lo realmente terrorífico es que la satisfacción del famoso metabolismo economía afecta y destruye a los otros metabolismos en todo el mundo. Es decir que, actualmente el metabolismo economía es exactamente lo mismo que el metabolismo delito. Es así que el metabolismoeconomía, ubicado en cualquier parte del mundo, destruye la forma de vida de miles de millones de personas nuestro planeta, sobre todo de quienes no pueden defenderse, y de los pueblos originarios que han sufrido por cientos de años. Al hablar de escasez de alimentos y las hambrunas, de las sequías, de los mal llamados desastres naturales, y de todas esas cosas, no hablamos de fenómenos naturales, hablamos de procesos profundamente injustos y aberrantes que se producen para alimentar al dios mercado.
Por eso, la lógica del metabolismo social es profundamente política, el estudio de la ecología humana también lo es, y la gestación de un mundo sustentable, basado en el Sumak Kawsay, es impensable sin justicia.
Otro mundo es posible…
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